Gassmann. Lista de reproducción

Esta lista de reproducción invita a sumirse en las melodías de Gassmann. Lamentablemente, piezas importantes como el oratorio La Betulia liberata o una de sus dos cantatas no son localizables en las plataformas. Sin embargo, esta selección de obras explora algunas de sus óperas, piezas de cámara y una de sus sinfonías, siendo estas no menos importantes y, por supuesto, accesibles para el público.

En cualquier caso, desde la majestuosidad de sus composiciones sacras hasta la vivacidad de sus obras teatrales, cada pieza es un testimonio de la maestría artística de este talentoso compositor clásico.

L’olimpiade

L‘olimpiade es una ópera seria basada en un libreto de Pietro Mestastasio que conoció más de cincuenta realizaciones a lo largo del siglo XVIII. La primera versión se debió al compositor Antonio Caldara y fue estrenada en 1733. Tres décadas más tarde, en 1764, Florian Leopold Gassmann retomó el libreto y compuso una ópera en tres actos que sigue los cánones de la ópera seria metastasiana, con una estructura marcada por la sucesión de recitativos y arias da capo y el predominio de voces con tesitura aguda. El estreno tuvo lugar el 18 de octubre de ese año en el Kärtnertor Theater, mismo teatro en el que se había estrenado la obra de Caldara, y sirvió para celebrar el aniversario de la emperatriz Isabel Cristina de Brunswick-Wolfenbüttel. La obra, una de las más destacadas de Gassmann, se sitúa en la Grecia Antigua y se centra en la historia de dos amigos, Lycidas y Megacle, que están enamorados de la misma mujer, Aristea. La historia se complica con la entrada en escena de la dama cretense Argene y la celebración de los Juegos Olímpicos.

L’amore artigiano

Es uno de los drammi giocosi más importantes de Gassmann. Se basa en un libreto del dramaturgo veneciano Carlo Goldoni, al igual que muchas de las adaptaciones que hizo Gassmann. Se estrenó el 26 de abril de 1767 en el Burgtheater de Viena y gozó de éxito y popularidad. En concreto, la obertura disfrutó de una vida propia como sinfonía de concierto; prueba de ello es que en 1772 apareció en el catálogo de Breitkopf, la editorial musical más antigua de Alemania, que había sido fundada por Bernhard Christoph Breitkopf en 1719. La elegancia y la brillantez de esta ópera son características del estilo de Gassmann, quien muestra aquí su capacidad para asimilar los códigos del estilo galante.

La música instrumental

Descubrir las sinfonías y otras piezas instrumentales de Florian Leopold Gassmann es adentrarse en un rincón menos explorado de la historia musical. Aunque su renombre se forjó principalmente a través de sus óperas, las obras instrumentales de Gassmann han permanecido en la penumbra de la fama. Sorprendentemente, se han dedicado pocos estudios a explorar sus sinfonías, sonatas y otras obras instrumentales como tríos y cuartetos. Se estima que Gassmann llegó a componer entre 30 y 50 sinfonías, así como algunos cuartetos y quintetos.

Quinteto para oboe y cuarteto de cuerda en mi bemol mayor H 571

Esta obra fue compuesta en 1762 durante su estancia en Venecia, y se basa en melodías de su ópera Amor und Psyche. Dividida en tres movimientos (“Allegro”, “Larghetto” y “Allegretto”), en esta composición aparece como elemento llamativo el empleo del oboe, un instrumento que Gassmann empleó con asiduidad en sus obras instrumentales. Es preciso señalar que, en Italia, la presencia de los instrumentos de viento madera como el oboe en Italia habían comenzado a introducirse a finales del siglo XVII. En concreto, la primera referencia al oboe en Venecia data del 19 de enero de 1698, cuando se introdujo en la orquesta de la capilla de San Marcos.  Gassmann compondría otro quinteto para la misma formación igualmente basado en melodías de esta ópera (el Quinteto para oboe y cuarteto de cuerda en si bemol mayor H 573), y emplearía esta misma formación en sus Divertimenti H 482 y 482.

Cuarteto de cuerda en sol mayor

Gassmann es autor de un número indeterminado de cuartetos de cuerda, algunos de los cuales fueron publicados a comienzos del siglo XIX. Uno de los más interesantes es su Cuarteto de cuerda en sol mayor, primera de las obras que compuso para esta formación. Esta temprana aportación al género, anterior a las grandes contribuciones de Haydn, se divide en tres movimientos: “Andante”, “Presto assai” y “Menuet”. Cabe destacar entre ellos el movimiento central, dominado por un característico impulso rítmico. A pesar de su sencillez y de su carácter ligero, que lo aproximan al divertimento, esta obra manifiesta ya algunos rasgos típicos del estilo clásico, como el equilibrio entre las distintas partes y la delicadeza en el tratamiento de los aspectos formales.

Florian Leopold Gassmann, una vez en Viena y dentro de su papel como maestro de cámara también hizo contribuciones a este género, ampliando así su repertorio al igual que compositores como Franz Asplmayr, Carlo d’Ordoñez o Leopold Hoffmann. Esta obra es la primera composición instrumental para cuarteto de cuerdas que Gassmann compuso. Tanto como la mayoría de sus obras, se establece en la transición entre el barroco y el clásico.

Sinfonía en si bemol mayor

Florian Leopold Gassman realizó una notable aportación al género sinfónico, y su contribución resultó crucial para convertir a Viena en un importante núcleo de producción de sinfonías. Su estilo compositivo exhibe un marcado contraste con el de los sinfonistas de la generación anterior. De manera particular, este cambio se manifiesta en la manera en que las frases individuales se conectan entre sí, otorgando un fresco equilibrio a las melodías y un impulso atrevido y desenfadado a los materiales[2]. La Sinfonía en si bemol mayor es una de sus sinfonías más reconocidas y escuchadas. Se caracteriza por el empleo de refinadas variaciones motívicas, que cabe enmarcar en el estilo galante de la época, y por la naturalidad de sus melodías[3]. A diferencia del modelo en tres movimientos que predominaba en la época, esta obra se estructura en cuatro movimientos: “Allegro ma non troppo”, “Andante”, “Menuet” y “Allegro”. Cabe destacar, por su profundidad emotiva y por sus cuidadas melodías de raíz operística, el segundo movimiento.